domingo

aire fresco

Ahora mismo me debato entre lo que quiero pensar y lo que pienso,
tengo muchas palabras flotando en mi cabeza,
han sido unos días intensos.

Me han dicho que avise de lo que soy,
me han dado pautas sin las que es imposible seducir,
parece ser que es como ser un buen contador de historias;
contando algunos detalles pero guardando otros para el siguiente capítulo. 
He entendido al hablar de esto con ella que todo es causa y experiencia y que lo que me decía era, sin ella saberlo, un gran insulto.


He visto lo que causa la pareja,
he conocido a gente importante y hablado de miss Costa Rica,
comprendo lo que es encontrar a alguien
acepto que nunca sea yo
y desde hace poco empiezo a aceptar esta manera de estar sola que cuesta menos.

Pero temo ese día en que estos propósitos se pudran
yo siga no siendo nunca yo
y me vuelva hacia otro lado y esta manera de estar sola cueste tanto.

Estos días creo que estoy haciendo lo que en el fondo siento.
Estoy dejando las cosas seguir a su manera,
a costa de mi sueño y mis fatigas
y he aprendido a querer un poco mejor.
A ver venir lo inevitable y superar esa prueba de cariño,
porque el cariño no entiende la perfección
y eso es algo que he entendido de ti.
Estoy contenta, en una especie de aceleración dentro de la jaula,
raspando las paredes como una fiera,
lanzando chispas al aire,
un aire renovado que huele a fresco y a tierra.

jueves

Tanto tiempo

Llevábamos ya meses sin vernos, llevaba días sin leerlo, llevaban semanas acumulados en montañas, precedidas de montones de cosas pendientes de hacer.
Cuando tu madre tiene cancer de repente tu cara choca contra un cristal. Te das de bruces quiera o no con una vida que queda en vilo y tú, acompañas esa vida y esa espera. Han sido semanas de pausa, de calma tensa, de olas que te mueven y olas que te marean, de achicar agua entre todos para que no se hunda el barco. Semanas de atender y desatender, de ocuparse de todo porque no se puede hacer nada, semanas de frío en los huesos y muchísimo miedo. Sobre todo miedo.

Estos días he aprendido mucho. De mí, de mis padres, de mi hermano, de nuestra familia, del significado del cariño, del lazo que une el respeto con la dedicación, me he llevado bastante bien con mis fantasmas y he aprendido sobre todo a perdonar. Aún estoy en ello, pero he aprendido a perdonarme, a asumirme y a pedir lo que necesito. Pedir perdón, pedir disculpas, pedir cariño, pedir respeto, pedir compañía y pedir silencio. 

He encontrado grandes personas a mi lado. Grandes que se han hecho más grandes. Personas que han sido una manta caliente en la que poder gritar de rabia, desvariar, llorar y ahogarme. 

Ahora sigo encontrando motivos, sigo encontrando caminos y sigo siendo yo. Poco a poco, ese velo invisible de pausa, ese cristal se ha ido diluyendo. Mi madre ha tenido mucha suerte, y será siempre enferma pero será por un tiempo, y eso me basta. Lo que de verdad me aterrorizaba de esto era la derrota, que mi madre se fuera vencida hacia la muerte. Una muerte y una vida muy peleada, muy sufrida y muy valiosa. Ahora ya no tengo miedo.

Tanto tiempo ha pasado y tantos soplos de suerte. Muchos momentos recuerdo de estos días. Muchos silencios que son cariño. Muchos paseos que son cariño. Muchas llamadas que son cariño. Sé que esto sola no lo habría hecho tan bien, sé que no hubiera encontrado motivos para hacerlo. Tanto tiempo y aún muy débilmente mi valor estremecido comienza a incorporarse. Ya no mido las horas, las semanas, los meses, ya no pienso en no pensar. Y cuando al fin me relajo, encuentro una mesa rodeada de amigos, vinos, jarritas, tercios, pinchos de tortilla. Pastores y lindas amigas, fuego y gente que te invita a nochear, melodías que intentan encontrar su lugar entre los efluvios del alcohol, entre la nube de preocupaciones que flota sobre nuestras cabezas y que el sonido de nuestras voces aleja. Cuando me relajo encuentro los escudos que erigí para protegerme de lo azaroso. Encuentro esos lugares, esos libros, esas personas, y allí me recuesto y me reparo. Allí me encontraréis...

miércoles

La normalidad (segunda parte)

La gente habla siempre de las coincidencias que les han sucedido en la vida; gente que hace años que no ves y que te encuentras por la calle, objetos que te encuentras en el suelo, decisiones que sin saber cómo ni porqué tomas y resultan ser determinantes para otras cosas. Estas felices coincidencias tienen su cara B. Hay otras veces en que la vida te va dejando muchas putadas seguidas en el suelo y tú no haces más que recogerlas como una tonta.

Y cuando estás así, cuando mucho malo se alinea necesitas, yo necesito, agarrarte a cosas, agarrarte a gente, necesito más que nada cariño gratuito, tiempo gratuito, gente que se ocupe de ti para así poder ocuparte tú de todo lo demás. Te sientes muy inseguro y tienes mucho miedo porque todo se tambalea, porque nada es previsible, nada es rutinario, ni cotidiano, nada es estándar, nada se ajusta a la normalidad. Lo normal, lo razonablemente bueno se nubla y cada día puede pasar algo, algo malo.( Últimamente cuando me llama mi familia se me hace un nudo en el estómago). No ves las oportunidades sólo ves los posibles peligros.

Mi madre hoy, a pesar de que mañana es miércoles y nos dan los resultados, a pesar de tener la tensión por los suelo, a pesar de todo ha invitado a la novia de mi hermano a comer a casa. Le preocupaba que volvieran a comer fuera y no se alimentasen ni nutriesen como deben. Así que en mitad de estos días de parálisis me he puesto a preparar pollo al curry, he puesto el mantel en el comedor y hemos sacado la panera, el frutero, los vasos bonitos, esas cosas. Hemos visto las fotos de su viaje a Asturias y nos hemos echado unas risas en la sobremesa. Después he tomado la tensión a mi madre y hemos hablado de la posibilidad de volver a urgencias. Y acto seguido me he ido a recoger la cocina. 

La normalidad a veces se pelea con la coincidencia.

La normalidad

Desde principios del verano pasado, al menos coscientemente, vengo madurando algunas ideas sobre las relaciones humanas. Siempre me pareció curioso la expresión "de la otra acera". Hay pocos asuntos en los que la gente se resbale con más velocidad hacia los extremos radicales como en el tema afectivo. Todas las personas tenemos que estar colocadas en tal o cual casilla, como si de un parchis sentimental se tratara y uno no pudiera salirse del tablero o redibujarlo. No solo debe una ser una sola cosa meridianamente trasparente y de etiqueta intachable sino que además, las combinaciones que cada cual hace con tal o cual persona deben estar igualmente definidas en su principio y sobretodo en su fin.
Cuando vas con un amigo por la calle y te encuentras con otro por sorpresa, debes poder decir en un balbucear casi eléctrico " este es mi amigo fulanito" porque si dijeras "este es fulanito", sin casilla en el tablero, sin previo aviso, se deduciría automáticamente que dicho fulanito y tú os habéis visto en pelotas e incluso os habéis acariciado y frotado uno con el otro con premeditación, ya me entendéis.
Este consenso de nuestra sociedad lo frecuentamos todos, porque toda la humanidad somos una panda de cotillas. Tenemos hambre de saber pero no solo de lo nutritivo sino también queremos saber de tipo " grasa saturada ". Queremos los melodramas ajenos, las complejidades, las rarezas, para sentirnos menos melodramáticos, menos complejos y menos raros o todo lo contrario y poder así justificar lo mal que nos trata el destino respecto a lo sencilla que les resulta la existencia a unos pocos privilegiados y paradigmáticamente inalcanzables. Una vez que te enteras de que alguien se ve con otro, comienza un proceso en el cual vas adquiriendo datos pequeños, minucias normalmente, que observas o que te cuentan y que van componiendo tu opinión sobre esa persona, y sobre la pareja que forma con la otra: son amigos, se gustan, se enrollan, se han enrollado, se enrollaron una noche, uno quiere al otro pero el otro no le quiere, viceversa, no lo saben pero se gustan, ya verás te lo digo yo y así mil y una opciones de lugares comunes socialmente transitados y reconocidos como normales. Como leí hace poco a Rosa Montero con el tiempo he descubierto que la normalidad no existe; que no viene de la palabra normal, como sinónimo de lo más común, lo más abundante, lo más habitual, sino de norma, de regulación, de mandato. Es decir, mi relación con cualquier persona de mi entorno debe tener un objetivo, un fin reconocible y asumible socialmente. Debe ser algo concreto y lógico. Nada de volverse loca y cambiar de orientación sexual, y ni hablar de añadir orientación sexual, nada de pruebas, nada de dudas, nada de indefiniciones ni evoluciones. Hemos sido educados y programados así y según escribo esto voy pensando que yo funciono así con los demás en muchos casos. Lo critico pero lo he practicado. Quiero parejas, quiero amigos de la infancia, gente que se está conociendo, gente promiscua, gente tímida, apáticos, lastimados por amores anteriores, gentes de bien y como Dios manda, quiero casillas y quiero aceras. No las quiero para mí ni se las deseo a nadie pero lo cierto es que las llevo dentro y he tenido que luchar contra ellas. 

Según entraba por la puerta de casa me he dado cuenta de que verdaderamente he conseguido interiorizarlo y hacer que se esfumen en mi interior esas dichosas casillas. Me dá igual lo que sea de mis relaciones y, sobre todo, lo que opinen de ello (lo que no quiere decir nada en concreto pues igual la vida y yo acabamos casados con un marido y churrumbeles). A partir de hoy y después de todo un año de ir adquiriendo datos pequeños, minucias normalmente, que he observado y que me han contado he redibujado mi tablero y he dejado una gran parte en blanco pues la conclusión a la que he llegado es que el gran avance de este principio de siglo, la gran revolución de la humanidad es esa: las nuevas familias, los nuevos sexos, las nuevas uniones entre personas, los nuevos grupos y núcleos de afectos,...y desde hoy en mi mente a ese respecto las casillas están por hacer y cada cual con su tablero.

viernes

El equipo

¡Que complicadas son las parejas!¡qué complicada es la convivencia!¡Qué complicada es la vida!

Mi padre ha sentido durante muchos años, seguro que demasiados, el peso de la economía familiar sobre sus espaldas. Cuando la economía general era un señor obeso, engordado a base de mala alimentación y mucho carbohidrato, nuestra familia y mi padre gozaban de ese dinerillo extra que nos permitía vivir holgadamente. Ojo que mis padres nunca se han ido de vacaciones todos los años, solo han salido de España un par de veces y dejaron de ir al cine asiduamente allá por los setenta cambiando las pequeñas y humeantes pantallas de arte y ensayo por los cinexines y las pelis de disney con palomitas. Pero lo cierto es que la burbuja inmobiliaria nos llevo flotando un par de años para luego explotar y precipitarnos hacia el suelo en caida libre. 
Mi madre, por su parte, sin acabar la carrera, una mujer válida como la que más y además mi madre, tras perder su último trabajo por quiebra de la empresa y con mi hermano en edad de necesitarla aplicó toda su capacidad, efectividad y gusto por la perfección a las labores que quedaban disponibles en el equipo; las chungas, las de los pringados, las tareas de la casa. Ese basto paréntesis donde cohabitan mil y una obligaciones y minucias tan perniciosas como fundamentales que van minando tu intelecto, tus capacidades, tu autoestima, en fin, tu persona cuando haces de ellas tu única habilidad y tu destino.
Mi padre y mi madre son muchas cosas, muchas cosas maravillosas, pero también son esto. Y cuando esa burbuja explotó y la familia se empotró contra el suelo fue este, entre todo el facetado de aromas que tiene el equipo papa-mama, el retrato que colgamos en la pared y que desde entonces no hace más que salir de paseo en nuestra convivencia. El fantasma de la casa.

Una vez que ya no formas parte del equipo. Una vez que hay algo que haces tú y solo tú, que no entiendes que eso que haces aplicándote con todo tu tiempo y capacidad es gracias a que otro quita de tu vista las cotidianidades (no todas, pues la higiene personal y los desechos siguen siendo de autogestión necesaria), en ese momento de cambio de rumbo se rompe la magia de la pareja, el sentido mismo de la compañía, y la familia se desmorona. Pues ahí no hay ni siquiera un fin compartido más allá de la supervivencia y eso no deja de ser un instinto sin sociedad ni evolución ni comunidad ni pitos ni flautas. Es un animal herido.

Y todo esto porque hace un momento he mirado a mi padre con odio por primera vez en mi vida. Le he mirado así porque ha torpedeado a mi madre y mi madre es una dama. Mi dama. Cuando he llegado a los pies de este ordenador he llorado por mirar así a mi padre, al que adoro y le he pedido al silencio de mi mente que alguno de esos amigos que ya no tiene le pegue ese bofetón necesario y le recuerde los fundamentos de la vida. Esos que él y mi madre en algún parque, exposición o concierto me fueron enseñando con amor, respeto y esfuerzo y que ahora mis ojos empapados en la rabia le reclaman.

lunes

Sobre la música descansó la belleza

Acabo de terminar de leer un libro sobre la música como discurso sonoro y pasa que no tengo ni idea de nada y soy tremendamente feliz y soy angustia por la falta de tiempo que la ignorancia descubre.

Yo soy íntima de la música pero no recuerdo cómo. No creo que nadie guarde ese recuerdo aunque debió de ser mágico en cada una de las ocasiones. La primera vez que siendo niño tu tímpano vibra al recibir las ondas que provienen de la pared que rebota el sonido que sale de un bafle que vibra lo que una aguja apoyada en un disco de plástico rugoso recordó que alguna vez fue la filarmónica de Berlín tocando en los estudios de la Jesus-Christus-Kirche construida en 1930 por Jürgen Bachmann en el barrio de Dahlem, Berlín (Alemania). A su vez, ellos graban algo que otro señor siglos antes, en un mundo anterior, con gente anterior ideó y plasmó, interpretó. Algo que ese Joseph o Wolfgang quiso transmitir. Hay muchas capas superpuestas en la música, muchas lecturas sucesivas, muchas claves. Hay sonidos, símbolos, metáforas, armonías, figuras, efectos, líneas, dinámicas, piezas, ritmos, pasajes, ...El oído es su mayor seguidor pero el gran intérprete es el cerebro humano.

En este libro que leí habla del periodo presente como el único en la historia en que se representa música de siglos anteriores. Habla del historicismo mal entendido, de las aberraciones en pos de la fidelidad, de perderle el miedo a lo antiguo y respetarlo como un ser vivo, porque no puedo imaginar algo más vivo que la música. La música es instantánea y fugaz como los momentos sucesivos en que tu emoción la recorre.
Habla del cambio que supuso la revolución francesa y con ella los conservatorios de música. Las reglas y las pautas. Las transcripciones.
Habla brevemente del alumbramiento de la ópera. De la pugna entre italianos y franceses. De Lully y de Romeau. De Purcell y la sobriedad inglesa. De la danza, de las danzas populares, del nacimiento de la suite, de la transición al clasicismo, de la pobre viola de gamba y su guapo hermano pequeño el violín. De la trompa, del bajo continuo y de las primeras polifonías, de doblar voces, de los tipos de canto y los recitativos.
No recuerdo casi nada; pasé por las letras de descubrimiento en descubrimiento deborando hoja a hoja pero apenas recuerdo uno o dos detalles. Solo sé que el pozo se ha hecho más hondo, la admiración ha crecido y se ha ensanchado la lágrima de la emoción.

Hace unos días veía una película en la que una de las protagonistas hablaba del vino como un ser vivo que seguía vivo en la botella. (En alguna de las reflexiones del libro me vino a la mente esta película). Una botella que hablaba de la gente que vivía en una tierra y cultivaba la vid, la recogía en un año en un mes en un momento en que sucedían cosas en que hacía un tiempo determinado con la gente en cierto estado de ánimo. Luego se trabajaba y se embotellaba y ahí seguía viva, madurando todo aquel instante, haciéndolo perdurar como tal y a la vez dejándolo evolucionar y mutar a través del tiempo.

Algo me pasa con la música. La entiendo mucho y me es totalmente ajena al mismo tiempo. Sé discernir cuál de las interpretaciones de una misma pieza es mi preferida, la que más me perturba y sé decir el porqué pero no sé decir cómo lo sé. Consigo separar uno o dos , a veces más, instrumentos en una canción y seguirlos a través de la música. Desde que recuerdo, canto vocecillas mientras canta la voz principal de esas horteradas que en el fondo me gustan de DIVAS de los noventa y señoras respetables del jazz de antaño. Y sigo pensando, secretamente, como lo pensaba hace unos años que esa forma negligente de amor, amor en estado de desconocimiento, amor mágico, platónico, es el más bello y a la vez el más vacío de los amores. Y tengo miedo. Tengo enormes ganas e igual de enormes miedos pues enormes son los pasos que me quedan por profundizar para intentar abarcar y conocer lo suficiente la ubérrima existencia de ese instante embotellado que es la brizna musical.


miércoles

apuntes mentales - poemas - recuerdo en el verano (parte primera)

Libro II. IV - Luís García Montero

Generaciones últimas
de muchachas difíciles,
muchachos obligados al orgullo
y tocadiscos viejos, me recuerdan
que en alguna terraza junto al mar,
bajo el calor de un mundo,
estuve yo también,
con esa misma falta de existencia.
(...)

Pedro Salinas

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente ...

El amor dificil - Luis García Montero
...
Si pudiera encontrarte,
quizá, si te encontrase, yo sabría
explicarme contigo.
...

Problemas de geografía personal - Luis García Montero

Nunca sé despedirme de tí, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.

Nunca se despedirme de tí, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.

Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.

Luis Cernuda - Los placeres prohibidos

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

lunes

La noche en blanco

I

Tu corazón está afilado
como la cerámica
esmaltado coloreado
prendido de tu pecho
como un broche
a la vista.

II

En la terraza yo,
calientan la voz en el convento
silencio sonido silencio.
Les diría que me suena vertical
les rogaría participar
mas apenas les escucho y
me rodeo de recuerdos
huellas frescas.
La vela, el frasquillo de vino,
el vasito de cristal,
golondrinas circulando,
las migas y el secreto.
Tras de mí, la enredadera
el crujir de insectos, fauna.
Las macetas pendidas del muro
el mantel de cuadros rojos
la señora de la casa a tintos de verano
su libro policiaco, su portada setentera.
La noche en blanco.

miércoles

afecto

Anoche, entre desvelo y desvelo, caí en la cuenta de las múltiples distancias y alcances que acepta la palabra afecto y su familia etimológica.

Por parte de verbo tenemos en su entorno una serie de términos de la misma hechura (participio pasado de fácere con un prefijo preposicional): de-fectio, de-fectus; in-fectio, in-fectus; re-fectio, re-fectus; pro-fectio, pro-fectus, pro-fecto; inter-fectio, inter-fectus; suffectio (de sufficio); con-fectio; con-fectus (de con-ficio); per-fectio, per-fectus. Así quedan emparentados afecto y defecto, infecto, prefecto, perfecto, etc. Afecto, proviene del participio de afficio (de donde proviene afición) sustantivado. El término original o más genuino sería factus ad, "hecho en dirección a", que compuesto en una sola palabra nos da affectus y su participio de afficio.
En latín affectus tiene dos posiciones: la de participio pasado de afficio (ad más facio), con los significados de inclinado a, dotado de, provisto para, dispuesto a, preparado para; y la posición de sustantivo, en la que coincide plenamente con nuestro término afecto, puesto que de ahí lo hemos tomado: inclinación del alma, disposición, sentimiento, pasión. El afecto nace pues como una inclinación de una persona, de su alma, hacia otra persona, objeto del afecto.
Mientras, en las inmediaciones del termino, habitan las infecciones, los defectos, las afecciones y lo perfecto.

También ayer descubrí como una sola palabra, pronunciada entre dientes, puede inclinar a una persona hacia otra. Una palabra afecta.

martes

La cría

Pues parece que en mi patio
algún vecino, ha dedicido adquirir
un infante canino
y exponiendolo a la fiebre
pobre criatura, ha dejado su blancura
a la intemperie.
No sabía el buen señor
lo que aqueste hacía,
pues el cachorro, puro candor y alegría
esta haciendo buen reproche
añorando a su camada
en plena noche.
¡Y menuda serenata!
más parece una jauría.
Estoy empezando a pensar
que el patio guarda un león
más que una cría.
Aunque les confieso que
menos escucha habría yo tenido
si hubiera llegado a casa
prontamente.
Y el sueño hubiera cogido
una vez liberada la mente
de tanta octava y tanto lío.
Pero el verano y sus noches
la lectura de Don Mendo,
su trova y su verso rimado
han llevado mi cansancio
hacia otro lado, y mi mente
y mis manos conquistando este teclado
decidieron escribir someramente
lo acaecido hasta esta hora;
que canté y que reí
que una sepia me comí
dos botellines bebí
con los amigos hablé
un par de puertas cerré
al baño creo que no fuí
y cuando de andar me cansé
y en el metro me senté
pasando por Chamberí
Muñoz Seca me poseyo
y le prometí,
- ¿el qué?-
que según llegara a casa
y sin desnudarme
este relato rimado escribiría
y tras cumplir con el recado
a la cama abrazaría, con mesura
que la mente se apresura
y vuela hacia el ansiado regazo
de otras camas y otras gentes
y a la mañana siguiente
deshecho ya el pulcro nido
y la aventura ficticia
recordada vagamente
una no sabe ya si la sepia,
si el baño o si la alegría,
si la vida o si la muerte.

-¿Andará aullando aún

(soledad mediante)
la desdichada cría?-

lunes

John Soane

Hoy he desayunado con la certeza de mi próximo viaje a Gran Bretaña. Iré a Manchester, pero haré una parada en Londres. Esta ciudad, tan renombrada en el circuito iniciático de cualquier turista medio europeo no me resultaba en absoluto apetecible hasta hace unos años, cuando decidí cursar una optativa de mi carrera titulada " Procesos de Proyecto. Biografías Constructivas"; un paseo, junto al profesor Pedro Moleón, por siete ejemplos clave en la historia de la arquitectura que sirvieron de charnela entre dos mundos, dos planteamientos artísticos,...ese momento recurrente en la historia de la humanidad en que nuestro rostro se tuerce y avanzamos en otra dirección, con otra mirada.

Así descubrí a John Soane. Un arquitecto inglés clásico romántico que supo materializar en su obra con ejemplos en edificios de gran dificultad programática lo que sus contemporáneos solo alcanzaron a imaginar y definir en palabras. La voz de la arquitectura de la razón poética. John Soane representa para mí la armoniosa disputa entre el sentir y el pensar. Cuando el arquitecto se declara artista con alma técnica o técnico con alma artística y se deshace del pudor suscitado en ambas familias; la de los artistas puros y la de los técnicos e ingenieros.
Ese semestre, conseguí todo lo publicado en nuestro país sobre su vida y su obra (bastante poco) y lo deboré, reflexionando por el camino sobre mi propia visión de la arquitectura, de mi profesión, de mi manera de entender mi vida, mis objetivos y mi definición del bienestar vital y la felicidad a traves de sus planteamientos como artista y la evolución de su trabajo.

(Unos pequeños párrafos dedicados a unos cuantos imperativos soanianos ... alimento de almas enamoradas de su profesión como la mía)

El clasicismo romántico retoma la idea de que en la bipolaridad hecha de razón y sentimiento está el germen de la creación artística, que se nutre tanto de lo intelectual como de lo emocional, de lo reflexivo como de lo afectivo, para hacer aflorar en sus obras la juiciosa libertad que sabe someterse a las reglas del arte y al capricho de una espontaneidad sin trabas. La arquitectura como experiencia del ser humano, como acontecimiento, como emoción efímera de un presente perdurable, como efecto. Defensora del animismo; de los edificios con alma que cuentan su propia historia traídos desde la ruina y la cabaña hasta el purismo alegórico que conduce la luz a través del lucernario de una bóveda de cañón rebajada.

Antes de nada, como pasa con grandes personas que resultan ser canal de grandes emociones, otros grandes se procuran un asiento cerca de su trabajo: fruto de este magnetismo nacen las acuarelas de J.M.Gandy como la voz más pura del trabajo de Soane. 

Desde mi humilde opinión, el mejor ejemplo es la acuarela dedicada al Tribunal de la Cancillería en el edificio de los Nuevos Judgados de Westminster (os recuerdo primero que es un dibujo y además, por si queréis volver a echarle un vistazo, que hablamos de una sala de juicio no de una basílica ni un palacete).

Y no he podido evitar desempolvar el mejor de aquellos libros que leí y algunos trabajos que hice sobre todo aquello. Recuperar el descubrimiento,  Christopher Wren iniciando la arquitectura moderna con su triple cúpula en San Pablo y la admiración hacia los arquitectos del Banco de Inglaterra que desarrollaron como pocos la continuidad del concepto arquitectónico como leitmotiv.

 
¡Qué ganas de vivirlo!

A tres horas 5.5

Hacia mi casa,
tú y yo, agotadas,
en mi cabeza.
Leo y me entretengo
de tí.
De tí y de mí
en mi cabeza.

A tres horas 4.5

El sol reclama sus horas
el cuerpo guarecido.
Esperando, la casa,
posesiva. Él, dos acordes
anuncian Beirut.
Unos arreglándolo todo
en prosa comprensible,
saboreando el condicional.
El debería. Las risas.
Otros tumbados ya
en piscinas de verano y tesis.
De garbeos, airearse 
uvas postreras.
Un espacio para mí,
foco en el papel 
que ahora es mi hogar
mano en el lapiz
que me ablanda los labios.
Certezas y urgencias
de habitación en habitación.
El vapor inseguro
emulsionado en mis sudorosas manos
me alcanza en una bofetada.
Hace un rato que te robé
y aparté de tí algún aroma,
Esperanza, ahora te reservo.
Te llevaré arrastrando
hasta el concreto.

A tres horas 3.5

Y ¿Cómo leerás tú lo que
escribo?, si es que lo lees.

" Me pregunto qué puedo hacer contigo
y hago un pseudopoema
que tú nunca leerás
- o si lo lees,
en vez de una punzada de nostalgia,
provocará tu sonrisita crítica"

A tres horas 2.5

Ahora las horas son mías
y yo, soldado deserto.

Y mi cuerpo no es.
Y mi alma no está.
Y el sentido,
y la dirección ya
no se buscan.

Pausa.

A tres horas 1.5

El sol yace bajo
el poniente iracundo.
La humanidad descansa.

Leo y escribo, seguidamente.
Mi mano habla de mí,
mientras
mi ojo insolado persigue
un lapiz que no descansa
de su tarea.
El surco susurrado,
canto de una mano
sobre el papel.

Algunos recostado.
De fondo, el resto y
los acordes de Beirut
en el ukelele. El estracto
de lavanda emulsiona
en mis sudorosas palmas
y habita como un recuerdo
en mis sentidos.

jueves

Palabra de Rilke

Dice Rilke

Evite usted añadir más materia a ese drama que siempre hay en tensión entre padres e hijos; consume mucha fuerza de los hijos y gasta el amor de los mayores, que obra y calienta aún cuando no comprenda. No les pida ningún consejo, renuncie a ser comprendido por ellos, crea solamente en un amor que está guardado para usted como una herencia y confíe en que en ese amor hay una fuerza y una bendición que pueden acompañarlo tan lejos como usted vaya.

 
Y el azár ha hecho que pase por estas lineas justamente hoy.
Y las lágrimas han hecho el resto
.

miércoles

cuatroseistrece

El cariño,
hermano putrefacto del amor,
el verdadero encuentro.
La conquista mutua
y pasear detrás, viéndolo
desfallecida.

Desear esa mentira acompañada,
desear, deseos de fingir
por no ser más, lo único.
La guardiana del íntegro capricho.
La amante cercenada.


De nuevo

Y como tú dices, 
volverán los calabacines, 
el oporto si cabe, las terrazas, 
el olor a cloro, 
la piscina de Vallecas.
Como vuelven los amigos de la diáspora, 
como los lunes,
como se retoman los amores y las dudas.

Los libros que se deslizan 
placidamente por la comisura 
de tus carnosos labios
y se abandonan, 
como se emprenden viajes, 
como se acortan las mangas y los bajos, 
se añoran los coros, 
se conquistan nuevos bares 
y se abren 
ventanas y balcones.
Se vencen los miedos 
como se descubren
los incómodos silencios
el fecundo olvido
las viejas intenciones; 

como se vive, 
como seguimos juntos 
y seguiremos, 
como vuelven los calabacines.

sábado

Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio

¡Qué bonito ha sido el día de hoy!

Hoy ha sido el día en que mi abuelo paterno, Pedro Tomás, ha muerto. Un día tranquilo, soleado, con un viento agradable, en pleno fin de semana de primavera. Ha muerto en la residencia en la que vivía desde hace años, últimamente ya casi no vivía, sobrevivía. Estos últimos meses se enfrentaba día a día a su propio cuerpo, cada vez más desnudo y vacío. Apenas comía, apenas hablaba, apenas pensaba, al menos hacia afuera. Pero seguía ahí. Sentado y ausente.

Nació en Baracaldo donde vivió hasta los cinco años, cuando unos fachas mataron a su padre a pedradas por defender, como lider sindical de los altos hornos de Vizcaya, los derechos de sus compañeros y los suyos propios. Se fue a vivir con su madre a Castrillo de la Vega, Burgos, hasta que a los 16 años se alistó voluntario, para defender la república. Aún hoy, poco sabemos los familiares sobre los motivos que llevaron a mi abuelo a dejar a su madre sola e irse a la guerra. Lo único que puede encajar con cómo fue, es que hizo lo que creyó que debía hacer. Después de vivir las miserias de la guerra, y tras algún episodio memorable como aquel en el que se enfrentó, en el campo de concentración en el que le retenían, a un teniente falangista por ningunear a un anciano y robarle la ropa, acabó la guerra, lo liberaron tres días antes de su ejecución en Valencia y se volvió a casa. Vino a Madrid a pié desde la costa. Tardó un mes y medio en llegar.

Cuando se casó con mi abuela, se fueron de viaje de novios a santander porque mi abuela nunca había visto el mar. Él y ella estuvieron de morros año sí año no, era un choque de trenes continuo, dos seres cargados de motivos y de lucha, dos personas de su tiempo. Dos abuelos con muchísimo carácter. Fue taxista, frutero, mecánico, cualquier cosa que pudiera servirle para seguir hacia delante.
Cuando mi abuela Julia falleció, hace ya algunos años, recuerdo que mi abuelo me cogió de la mano y me dijo; ahora solo espero que esto no dure mucho. ¿qué haré yo sin mi Julita?. Esa manera de entender la pareja y el amor tan dependiente, tan abusiva, tan cargada de retroceso a mis ojos, tan excesiva en su planteamiento pero a la vez tan bella por rotunda.
Ahora ya nada importa de todo esto. Solo queda su gesto en la vida, en mí, en mi hermano, en mi padre triste, en mi tío, en las oportunidades que él nos dió en parte.

Mi recuerdo es para los domingos por la mañana en el pueblo regando las flores y el huerto. Según mi abuela lo hacía fatal; se chinchaban y yo me moría de la risa. Le acompañaba por la parcela con mi regadera, gotita aquí y allá, cada día de agosto. Además, dibujaba muy bien. Pasábamos las horas muertas dibujando con los horribles colores de rotulador de carioca. Aún tengo muchos de sus dibujos. 
Ven aquí, enséñamelo a ver. ¡qúe bonito dibujo! Mañana hacemos unos más, ¿vale? que ahora tenemos que recogerlo todo y poner la mesa para la cena. Paula, debes recordar esto siempre: - Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio-.


jueves

(esas primeras veces)

Los hay que se besan (esas primeras veces), los hay que comen helado y yo pertenezco, orgullosa casi siempre, al segundo subgrupo característico; Finalmente ha llegado la primavera.
Este año se va posando en Madrid de día en día y hace las noches paseables y los amaneceres, delicia entre las sábanas. Pocas veces viene sola y esta vez presenta mi acartonado organigrama con nuevos brotes, se auguran cambios; me cambiaré de fila y veré tetuán desde otro asiento.
Cuando los gladiolos empapan de provocador aroma los nuevos triunfos amorosos, esos nuevos halladgos, esas nuevas pecas nunca antes conquistadas, inmejorables y radiantes rostros adorados, caracteres inmejorables también, adornados con pechos tulgentes y nalgas prietas sobre ese interior apasionante, ...

Mientras escribo llega el metro al andén de Antón Martín. Alzo la vista y cruzo unos ojos de un chico. Para el tren y me subo en el último vagón. La puertas van a cerrar y el chico entra (se ha cambiado de su vagón al mío). Yo me siento y él se sienta frente a mí. Miro al cuaderno, alzo la vista y :
-Hola- dice él. 
-Hola- digo yo.
...

La calle del naranjo

Los vecinos que se saludan, familiares,
la china haciendo que hace footing a noventa grados,
los ancianos caminando en fila india 
en esa acera demasiado estrecha.
Las parejas del para siempre con las bolsas del mercado,
los jovenes jugando a la pelota en el quiebro en que la acera vence a la calzada.
El bar marroquí, su dueño y su disgusto musical.
El botón que nunca debió desabrocharse de la camisa del hortera.
La calle del naranjo.

lunes

mayo uno de tres

Supongo que si la vida no fuera una secuencia de momentos complicados, llegado cierto punto del camino, uno tendería a pensar que aquello no es vida. Pero (por orden de aparición en los telediarios)  con el IBEX por la nubes y los tipos por los suelos, o viceversa, corea de acá y de allá, el gigante asiático, el crudo, la ONU, la multinacional, el libre comercio, el capitalismo, las hambrunas, las epidemias, áfrica, los pobres de allá haciendo la ropa de acá, el agua, el deshielo, el ozono, las focas, las especies que ya no conoceremos, las curas de las pandemias, la huella ecológica, la geopolítica, la unión de paises, la microempresa, el vecino, la tendera, el mendigo, los animales en cautiverio, la sanidad, la educación, la cultura. Mi padre anoche tenía toda la razón, estoy actuando como una persona egoista cuando reclamo para mí lo que es mío. ¡ A quién en su sano juicio se le ocurriría pensar por un momento ¡Y EN SEMEJANTE MOMENTO,..., CON LA QUE ESTÁ CAYENDO SOBRE NUESTROS HOMBROS DE TRAPO! que algo de lo que hace lo hace sacrificadamente, por elección propia y por el bien de los demás. Cuando tus más allegados, cuando aquellos que viven y conviven con tu cautiverio dejan de percibirte como un cautivo significa que el sistema mundial ha ganado y la vacuidad es ahora el complemento de tu mesilla de noche, entre el estres y las velas plegadas de aquella ilusión perdida.

En breve, en los mejores ojos, pollito abandona un nido maltrecho o de cómo puse una tirita meditada y fraternalmente tildada de egoista a lo que quiso ser alguna vez mi boceto de los treinta.

jueves

chemita madoz

En cuanto aprendes algo sobre arte, en cuanto lees un par de libros que te cautivan, en el momento en que descubres cómo puede emocionarte un cuadro, una fotografía, cuando un poema es un banco en el parque desde el que reposadamente contemplas una y otra vez algún mensaje, algún sentimiento, algún desamor. En cuanto aprendes el gozo que se esconde en los símbolos, en las sensaciones de cualquier expresión artística; en ese momento descubres que tienes muchos amigos. Te creas tu propia pandilla de íntimos. Esos autores, esos artistas que son para tí un banco en el parque desde el que contemplar, o al que regresar cuando la experiencia del día pasado no se deja ir. Chema Madoz es uno de esos íntimos míos y este documental es un buen paseo para aquellos que aún no sean de su pandilla. 


miércoles

en tiempos de cónclave

Es curioso, que justo hoy un argentino me hable desde un libro mientras otro haya sido elegido pápa.
Me quedo con el primero, Fresán, y con esto que me dice:

Sí, me negué a unirme a las huestes de Pilatos y de Judas -esos millones que se lavan las manos y venden barato y pronto su mejor parte, esa parte intacta y original de la infancia escondida entre los pliegues del ADN- y me consagré a una religión donde el tótem a idolatrar era ese territorio paradisiaco del que somos expulsados a los pocos años de haber llegado a él. La maldita y formidable niñez donde- al menos por un tiempo- nos sentimos inmortales y poderosos e irresponsables. Como Peter Pan.

lunes

cerca

Siempre
la música
lo que tú escuchas y yo
escuchandolo
cerca
y estamos en la misma habitación
y paseamos
y el nudo se hace y deshace la trama
te conozco y me conoces
imaginada, círculo y arista
cima y loma, lo que quiero
de acorde en acorde
conmovida, quebradiza y a tu merced
en ese espacio ligero, perfil
de un perfil en el que cohabito
permutable amor y vacío.
Compartes y me tienes
me alteras, me excitas
reposo valiente
nuevo paseo por los prólogos
detrás de ese sonido que me descubres
en el que nos descubro y nos revelo
como ese fotograma que atardece
cuando alguien sube las escaleras
mientras, el descansillo
el ojo, tararear;
ese sonido que planea
como un silbido
si algún día atiendo
y me relajo.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo